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Representante UNICEF Guatemala

Carlos Carrera

Quiero invitarlos a reflexionar sobre qué país queremos para la infancia y para el conjunto de la sociedad guatemalteca. Todos los niños tienen el mismo derecho a crecer saludables y fuertes, a gozar de una buena educación, a estar protegidos de toda forma de violencia, a crecer con alegría y con dignidad. Sin embargo, no todos pueden ejercer plenamente sus derechos ni desarrollarse plenamente porque viven en situación de vulnerabilidad y exclusión, por ser pobre, ser indígena, vivir en el área rural, tener alguna discapacidad o sólo por el hecho de ser niña.

En Guatemala hay 7 millones de niñas, niños y adolescentes menores de 17 años. La pobreza afecta a 8 de cada 10 niñas y niños indígenas y a 6 de cada 10 no indígenas. Cerca de 2 millones de niñas, niños y adolescentes en edad escolar están fuera del sistema educativo. De cada 10 niñas y adolescentes, sólo 6 terminan la educación primaria, 2 la secundaria y sólo 1 accede a la universidad.

Cada día, cientos de niñas, niños y adolescentes sufren violaciones, abuso, negligencia y maltratos. La mayoría de estos crímenes quedan en la impunidad. Más de 300.000 niñas, niños y adolescentes entre 2 y 17 años vive con alguna discapacidad. La mayoría de ellos enfrenta serias dificultades para acceder a la educación, la salud y servicios especializados.


 

NO ES JUSTO

 

Las desventajas que está sufriendo la mayoría de las niñas y niños en Guatemala es inaceptable porque se les está privando injustamente de sus derechos y de las oportunidades básicas que todos deben tener. Dar a cada niña y niño una oportunidad justa es la esencia del progreso y debe comenzar con la niñez más vulnerable, la que más sufre. Promover la equidad es, ante todo, una obligación moral y una cuestión de justicia.

Lo justo no significada que todos tengan lo mismo. Lo justo ocurre cuando todos tienen la oportunidad de tener lo que necesitan. Dar una oportunidad justa en la vida a cada niña y niño, desde antes de nacer, también es estratégico e inteligente, porque ayuda a romper los círculos viciosos de la pobreza y exclusión entre una y otra generación, contribuyendo a construir un país justo, próspero y competitivo.

Esa será la única manera de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030, y los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo K'atun 2032, colocando a la infancia en el lugar prioritario de las políticas y del presupuesto. De lo contrario, las consecuencias y los costos serán enormes.

Las vidas de millones de niñas y niños, así como el futuro de la sociedad están en peligro.

En general, Guatemala invierte muy poco en su infancia: cerca de 7 Quetzales al día por niña y niño no indígena para cubrir todos sus derechos; e invierte aún menos, sólo 3 Quetzales por cada niña y niño indígena, lo que es claramente insuficiente e injusto.

Para prosperar con justicia y dignidad, Guatemala debe tomar la decisión correcta: invertir en la infancia, especialmente en las niñas y niños más vulnerables y excluidos, construyendo así un país justo para todos.

Cada vez que ofrecemos a cada niña y niño una oportunidad justa en la vida, hay esperanza.


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